martes, 21 de junio de 2011

1938 Historia de un canje frustrado (y III)


Careaga, alias "Morrosco"

   José Miguel González de Careaga y Urigüen, alias “Morrosco”, nació en Bilbao el 2 de junio de 1909. Era hijo del gentilhombre del Rey D. Alfonso XIII y comodoro de los barcos de la Real Familia, D. Enrique González de Careaga Bishop y de Dª Josefina Urigüen. Careaga se hizo piloto en la madrileña Aero-Escuela Estremera, y una vez iniciada la guerra civil, como consecuencia de recibir la noticia de que su hermano Alfonso fue asesinado en el barco-prisión “Altuna-Mendi”, se ofreció a la Aviación Militar. En primer lugar fue destinado a la 1ª Escuadrilla de Heinkel 51, para rápidamente ser reclamado por García Morato e incluirlo en el segundo Grupo Fiat.
 
   El 2 de enero de 1938, volando a baja altura en torno al Alto de Celadas (Teruel) fue alcanzado por un fusilero republicano. Careaga no tuvo otra opción que lanzarse en paracaídas, cayendo en zona enemiga y siendo detenido y trasladado a la prisión de Montjuic, en Barcelona. Al tratarse de un rehén importante, su posible canje ocasionó abundante correspondencia entre el Ministerio de Asuntos Exteriores francés, el Aero-Club de Francia, el Comité Internacional de la Cruz Roja y el Estado Mayor del Aire, con base en Salamanca. Tras la caída de Barcelona, ya habiendo sido ejecutado Angulo, formó parte de un pelotón de prisioneros que era trasladado a Francia, siendo puesto en libertad poco después en Port-Ventrés. Acabada la guerra, vuelve a España, y a petición propia pide la licencia y se le concederá el 20 de enero de 1940. El 21 de noviembre de 1959, el por entonces Comandante del Ejército del Aire se casaba en Bilbao con Carmen de la Mora Garay. “Morrosco” pidió el retiro voluntario tres años después, y el 28 de julio de 1969, durante el baile de una fiesta que se celebraba en el Club Marítimo del Abra, en Las Arenas-Guecho, cayó fulminado y murió. (Revista de Aeronáutica y Astronáutica)
 
Esquela de Careaga en ABC
 
Boda de Careaga y Carmen de la Mora

    














   Esa fue la suerte que corrió Careaga gracias, en buena parte, a Julián Zugazagoitia. Retomamos el hilo de nuevo. Careaga permanece en el castillo de Montjuic. Angulo, al que los nacionales no quieren canjear, en principio únicamente por no ser aviador, acaba de ser fusilado, noticia que causa gran estupor entre los gobernantes republicanos. El ministro José Giral, a finales de octubre hace las siguientes declaraciones:

   “He hecho gestiones para la liberación y el cambio de un millar de personas. Siempre hemos tropezado con las negativas o mala fe de los rebeldes. Al precio de esfuerzos sobrehumanos hemos logrado realizar el cambio de unas 150 personas. Los facciosos mienten cuando dicen que nosotros ponemos dificultades…[] El Gobierno español ha suspendido durante los meses de septiembre, octubre y noviembre, la ejecución de las penas de muerte pronunciadas por nuestros Tribunales y había estado dispuesto a decretar nuevas prórrogas. Pero la respuesta que se nos ha dado ha sido la ejecución del teniente coronel Angulo, cuya noticia nos ha causado un dolor profundo… [] Estamos dispuestos a hacer los cambios por grupos e individualmente y no rehusaremos el cambiar todos los prisioneros que están en nuestro poder y todas las personas hostiles al régimen que se hallan refugiadas en las Embajadas y legaciones. Pero los rebeldes no tienen interés más que para el cambio de los aviadores extranjeros que caen en nuestro poder. Los aviadores facciosos españoles tampoco les interesan”.

   Giral tendría sus razones para opinar así, aunque lo cierto es que en el caso puntual de Careaga, fuera por presiones familiares o por otra causa, sí existía ese interés. Además, parece que en estos momentos -ahora sí- ya no importa si se trata de aviadores o no los que entren en el canje. A pesar de que en zona nacional no se habían parado las ejecuciones, tras la de Angulo no estarían muy seguros de lo que le ocurriría a Careaga ya que el 17 de noviembre el Coronel 2º del Estado Mayor Luis Gonzalo de la Victoria recibía una carta en la que se mencionaba:

   “La vida de Careaga el General Kindelán me indicó en qué forma podría garantizarse, pues es idea de S.E. el Generalísimo de que a ese muchacho nada le pase, como idea de S.E. es la de que el Capitán Salvador esté pronto entre nosotros. A lo primero, o sea, la vida de Careaga, decía el General Kindelán si la vida del padre de Giral, o la del padre de Irujo o un personaje así fuese la contrapartida a señalar a Mr. Bowers como garantía”.

   Como hemos visto, no había lugar a tal preocupación porque Careaga no fue ejecutado, ni por represalia ni por condena de un Tribunal. La preocupación del gobierno republicano –algunos de ellos amigos personales- y su lucha por hacer efectivo el canje de Angulo haría que olvidaran lo que mucho antes de todos estos movimientos quería y deseaba el propio Angulo. Deseo y resolución que transmitió por carta el 22 de junio de 1938 desde la Sala 8ª-Galería 2ª de la Prisión de Larrinaga, en Bilbao, a Zugazagoitia:

   “Quiero rogarte que hagas presente al Gobierno mi gratitud por el interés que pone en mi canje. Pero al mismo tiempo deseo que mi caso no se particularice. Mi mayor alegría será correr la misma suerte que los demás, recobrar la libertad y el derecho de vivir y a luchar por la República al mismo tiempo que los demás prisioneros, o a morir con ellos. Yo no soy, solo, nada; con estos hombres que la desgracia ha hecho mis compañeros, más aún, mis hermanos, estoy seguro de ser útil. Así, pues, nada de canjes particulares que me beneficien: todos o ninguno. He visto caer asesinados hombres de verdadero mérito, mucho mejores que yo, como el pobre Gallego, y me daría vergüenza vivir si, librándome yo de la muerte, otros muchos, mejores, más útiles, con más méritos y con historial de sacrificios superior al que yo puedo ostentar, quedasen aquí sometidos a tortura y bajo la amenaza de ser asesinados”.

   Y así fue la intrahistoria de ese canje no llevado a cabo. ¿Qué hubiera pasado si Franco hubiera accedido al canje? ¿Federico Angulo lo hubiera aceptado? Según sus propias palabras parece ser que no. Al menos, conociendo bastante a fondo su forma de pensar y de actuar nos inclinamos a creer que sus palabras las hubiera cumplido, pero eso ya sería entrar en la historia-ficción y no vale para nada la pena.

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