lunes, 18 de marzo de 2013

1937 Angulo en Santander (y IV)

La prisión de Larrinaga, de Bilbao, en una fotografía de febrero de 1936


   Como sabemos, Angulo sería trasladado a Bilbao, siendo recluido primero en la Prisión del Carmelo y seguidamente en la Prisión de Larrinaga (su ficha de prisiones indica que ingresó el día 24 de septiembre de 1937 y por una carta suya sabemos que a primeros de enero de 1938 fue cuando lo trasladaron a Larrinaga), dilatándose su reclusión en Bilbao a lo largo de 306 días. Con motivo de los intentos de canje de Angulo llevados a cabo por el gobierno republicano (tema ampliamente tratado en este blog con el título de “Historia de un canje frustrado”), una reseña periodística de septiembre de 1938 nos ofrece las que fueron últimas horas de Angulo en Santander, y en libertad, en agosto de 1937:
 
   “Al derrumbarse todos los frentes montañeses, Angulo queda encerrado en la hermosa capital de la Montaña. Por referencias fidedignas de otro periodista que se encuentra actualmente en Barcelona y que vivió los últimos momentos alucinantes de Santander, sabemos de la actuación de Angulo. Con otro bravo militar, el teniente coronel Gállego, Angulo se dedicó durante 48 horas, sin un minuto de descanso, sin comer ni dormir, pistola en mano, a la recuperación de fuerza que andaba dispersada por la ciudad y los barrios extremos. Hablaba a los soldados y les hacía montar en los camiones que salían con dirección al frente de Heras, que era la columna más próxima el 25 por la mañana. Fustigó en Las Farolas a un grupo de milicianos borrachos y rompió contra las escaleras de la Casa de Correos una caja de botellas de vino blanco. Sin embargo, no perdía el control de los nervios. Estaba tranquilo y hasta sonreía. Al embocar la calle del Hospital, encontró a varios oficiales que siseaban. Les dijo:
   - ¿Es que no estáis, camaradas, dispuestos a defender la ciudad, o preferís morir como corderos?
   No le contestaron. Le dieron a entender que todos los soldados estaban borrachos y que ellos no podían hacer nada. Desalentado, entró en el Ayuntamiento y se puso a dar paseos y a fumar. Cinco minutos después volvía a salir con la pistola en la mano, acompañado de Ramón García, un maestro nacional que tenía un cargo en Milicias de Cultura. A las seis de la tarde del día 25 ya no se le vió más, ni a Gállego tampoco”.
 
Edificio de Correos de Santander durante la guerra civil
 
   Como queda dicho, referencias fidedignas y dignas de todo crédito. El testigo de aquellos hechos, minero y periodista asturiano por entonces en Barcelona, era José María de la Torre, que firmaba con el pseudónimo de “Julio Vicente”, autor de numerosas crónicas de la guerra en Asturias, y una vez en Barcelona, desde el diario “La Vanguardia”, de la guerra en general. También fueron reproducidas sus crónicas en el diario de Toulouse “La Dêpêche”, que precisamente fueron sus responsables los que le ayudaron a salir de España aunque finalmente acabara internado en el campo de concentración de Argelés. De la Torre plasmaría esos momentos de Santander en una de las partes de un manuscrito titulado “Mañana llegan cien aviones”, que sepamos inédito en España y que al parecer alguien llevó a México por orden del propio autor aunque no tenemos constancia de si llegó allí o que fuera publicado.
 
José Gállego (foto extraída del blog de Miguel Estévez)
   El compañero en esos últimos momentos de Angulo era el Teniente Coronel José Gállego Aragüés. Además, curiosamente, ambos habían nacido en 1893 y ambos murieron en 1938. Gállego lo hizo en la población oscense de Aragüés del Puerto. Ingresó en la Academia de Infantería de Toledo, fue destinado a Larache, y ya como Teniente dirigió la Policía Indígena de aquella ciudad del Protectorado de Marruecos. El alzamiento de julio de 1936 le cogió de permiso en Gijón, presentándose en el Comité de Guerra comarcal y siéndole asignada la Comandancia Militar de Gijón. Una vez establecida la calma allí, pasó a formar parte de la Comandancia del Frente Occidental y finalmente, destinado a Santander, donde coincidiría con Angulo.
   Comentaba la crónica que desde las 6 de la tarde del 25 de agosto de 1937 no se les vió más. De Angulo hablaremos después. Gállego tuvo la oportunidad de salir de Santander en alguna de las embarcaciones que zarpaban del puerto pero no lo hizo. Intentó llegar a Asturias, a través de territorio nacional, pero sería detenido en Cabuérniga el 1 de septiembre. Procesado y condenado a muerte en dos consejos de guerra, llegó a coincidir con Angulo en la prisión de Larrinaga de Bilbao. A Gállego le llegó la sentencia definitiva unos meses antes que a su compañero. Sería fusilado en el cementerio de Vistalegre de Derio el 28 de mayo de 1938. Refiriéndose a Larrinaga y a sus últimas horas, el comandante Agapito Urarte, también encarcelado, recuerda que esa madrugada, ante “las ya habituales idas y venidas de los funcionarios que sacaban nuevas víctimas para las matanzas del día siguiente … algunas de las víctimas al atravesar las galería prorrumpieron en gritos de ¡Viva la República! o ¡Gora Euzkadi Azkatuta!”. Gállego fue uno de ellos, recibiendo como respuesta una agresión tal que, como indica Urarte, “las heridas que recibió fueron de tal consideración, que hubo de ser asistido por un médico, para evitar el que llegara desangrado ante el piquete de ejecución”.
 
   Cuando se trataban las gestiones de canjearlo, el propio Angulo tuvo su recuerdo hacia José Gállego: «Mi mayor alegría será correr la misma suerte que los demás, recobrar la libertad y el derecho de vivir y a luchar por la República al mismo tiempo que los demás prisioneros, o a morir con ellos. Yo no soy, solo, nada; con estos hombres que la desgracia ha hecho mis compañeros, más aún, mis hermanos, estoy seguro de ser útil. Así, pues, nada de canjes particulares que me beneficien: todos o ninguno. He visto caer asesinados hombres de verdadero mérito, mucho mejores que yo, como el pobre Gállego, y me daría vergüenza vivir si, librándome yo de la muerte, otros muchos, mejores, más útiles, con más méritos y con historial de sacrificios superior al que yo puedo ostentar, quedasen aquí sometidos a tortura y bajo la amenaza de ser asesinados». Zugazagoitia también lo recuerda en sus memorias, “apasionado por su oficio, le atribuía un sentido profundo que no era frecuente descubrir en los cuarteles españoles. Su concepción de la guerra chocaba con la de sus superiores y la de sus subalternos. Con orgullo español, se afirmaba en una lealtad profunda, que se sentía interpretada en los discursos de Azaña. Su personalidad estaba como desterrada por las carreras improvisadas, sin querella de su parte, que no gustaba de ser confundido con los que, de una a otra exigencia, hicieron mercancía del oficio y papel de renta de la lealtad. Quienes trabajaron a su lado, compartiendo los riesgos de los combates y las pausas de los intermedios, no olvidan su recuerdo ni sus lecciones de moral. De éstas reprodujo algunas en su carnet durante el tiempo que estuvo esperando en la celda la llegada de la muerte”.
 
   ¿Y qué pasó con Federico Angulo a partir de ese 25 de agosto? Como pretendemos que este blog histórico mantenga un rigor y una seriedad alejada de sentimientos personales y de un romanticismo que entendemos se pueda manifestar en circunstancias tan dramáticas como un estado de guerra, anotaremos las reacciones de muchos de sus camaradas y compañeros, para después, contar la verdadera salida de Angulo de Santander. No tenemos ninguna duda del testimonio antes citado de José María de la Torre respecto de sus últimas horas en Cantabria, pero sí de las reacciones desencadenadas tras el fusilamiento de Federico y provocadas por este hecho, sin duda, pintadas de cierto halo heroico que queremos aquí rebatir, sin que ello signifique ni pretenda infravalorar en lo más mínimo la actuación del Teniente Coronel de Carabineros en aquellos momentos ya que era la más lógica cuando la ciudad estaba totalmente perdida para la causa republicana y era del todo punto inútil entregarse cuando existía una mínima posibilidad de escapar y llegar a zona republicana para tomar de nuevo las armas y seguir con la lucha. No nos queda duda que esa era la única pretensión de Federico Angulo y que fue de los que salió a última hora, mucho después que otros oficiales de mayor rango.
 
   Fueron publicadas opiniones como:
 
   - “Angulo, que pudo haber salvado la vida, se quedó allí sin municiones, sin medios de defensa, pero con el fusil en la mano, defendiendo el Palacio de la Magdalena, que la República, al convertirlo en Universidad, le había dado más prestigio que la realeza mientras lo tuvo por habitación”.
   - “La noche en que las autoridades evacuaron la ciudad, cuando un pánico contagioso se había apoderado de los que tenían el deber de mantenerse serenos, nuestro amigo fue instado para abandonar Santander en una motora. Se negó. “Tengo la obligación de correr la misma suerte que corran mis hombres. No soy un teniente coronel para los días fáciles, sino también para los difíciles”. Según una referencia que no me ha sido posible comprobar, nuestro amigo, a la cabeza de los suyos, se hizo fuerte en el Palacio de la Magdalena. Dicen que resistió hasta que, ¡otra vez!, los fusiles de sus soldados se quedaron hueros por falta de municiones. Buscando concentrar en su persona toda la responsabilidad, se rindió. A lo militar: con sobriedad y sin debilidad, esto es, poniendo de manifiesto su jerarquía”.
   - “…la pasmosa serenidad del Teniente Coronel Angulo. Y relata que al ser hechos prisioneros, Angulo, dueño de toda esa serenidad de la que él solo podía hacer gala, únicamente puso sobre el dolor de la situación esta rúbrica emocionante: “Hay que morir como se nace: de cara a la vida”.
   - “Cuando le proponen salir se niega a todos los requerimientos apremiantes de la amistad. Se queda, su hijo al flanco, con los carabineros a quienes ha dado una moral severa y puntillosa: No le hace reproche al destino. Lo acepta, como tantas otras veces, con un sobrio espíritu senequista. Tampoco se jacta de su comportamiento. Es más pobre de vanidad que de orgullo”.
 
Vapor "Aller", a bordo del cual fue detenido Federico Angulo en agosto de 1937
 
   Federico Angulo esperó hasta última hora pero finalmente no fue detenido en la defensa de la ciudad. Embarcó para salir de Santander en el Vapor “Aller”, carguero de bandera española construido en 1894 y que zarpaba de Santander con dirección a un puerto francés. El propio Angulo declararía al tribunal militar que le juzgaría que embarcó sin conocer el destino de la embarcación aunque una vez a bordo supo que se dirigía a Francia y que tras unas horas de navegación fueron interceptados por otro buque y obligados a cambiar de rumbo, conducidos hacia Bilbao. Que su propósito fue, según se desprende del propio Auto judicial, y en redacción del propio tribunal militar, el intentar huir a Francia y “volverse a internar en el territorio rojo de España para seguir guerreando contra las tropas del Glorioso Ejército Nacional”.
 
 
El "Galerna", antes y después de ser artillado por los nacionales
   El “Aller” fue capturado por el mercante “Galerna”, buque construido en 1927 y que los primeros meses de la guerra estuvo al servicio de la República, dentro de la Marina de Guerra Auxiliar de Euskadi, poniendo en comunicación a Bilbao con el sur de Francia. Sin embargo, el 15 de octubre de 1936 fue capturado por una flotilla de los sublevados y conducido al puerto de Pasajes. Armado con cañones Vickers y una ametralladora antiaérea, se convertiría en el autor de numerosas capturas en el Cantábrico de embarcaciones al servicio de la República.
 
   Esas fueron las últimas horas en libertad de Federico Angulo. Ya en Bilbao, sería recluido en prisión durante casi un año en la capital vizcaína y trasladado a la Prisión Central de Burgos seguidamente para morir allí fusilado.
 

domingo, 17 de marzo de 2013

1937 Angulo en Santander (III)

Puente destruido en San Vicente de la Barquera

   En el momento de iniciarse la campaña de Santander, 14 de agosto, la moral del ejército republicano era muy baja. Tras la caída de Bilbao, las continuas defecciones de personal civil y militar, y la confusa actuación de los militares vascos fueron condiciones importantes que hicieron dejar en segundo plano el pensar en la victoria. Importaría en mayor medida el hecho de calibrar que, en caso de derrota, quedaba el mar a sus espaldas y con un número muy reducido de embarcaciones disponibles, lo que suponía que esa vía de escape sería accesible para sólo unos pocos. O si no, la última solución, que era la salida hacia Asturias, hecho que tan sólo supondría retrasar un poco más un final del Frente Norte que se adivinaba inminente. En ese estado, el complejo de inferioridad que sentían las fuerzas republicanas era notable. Y así mismo lo veía el Gobierno. Zuga recuerda que «Santander no tenía nada que esperar del Gobierno. En verdad, no tenía nada que esperar de nadie. Su destino era conocido».
Mariano Gamir, Tte. Coronel en 1926 y Jefe de Estudios de la Academia de Infantería de Toledo, y General en 1937
 
   Bajo el mando del general Mariano Gamir Ulibarri y como jefe de Estado Mayor el mayor Angel Lamas Arroyo, el 7 de agosto se había reestructurado el Ejército del Norte, quedando integrado por los Cuerpos de Ejército XIV, XV, XVI y XVII. Ahora, el II Cuerpo de Ejército santanderino se convertiría en el XVº, a las órdenes del coronel García Vayas, integrado por la 52 División, al mando del mayor Gregorio Villarías, la 53 bajo el mando del mayor Francisco Bravo Quesada, la 54 bajo el mando del comandante Eloy Fernández Navamuel, y la 55 División, llamada de Choque, que dirigía el teniente coronel Sanjuán Cañete. A ella hay que añadir dos Brigadas Mixtas de Reserva, una de Marinos, y una última de Carabineros. El teniente coronel Angulo estaba al mando de esta de Carabineros, la 182 Brigada Mixta. La misión que debía cubrir el XVº era encargarse del frente que iba desde el Valle de Mena hasta el Puerto de San Glorio, en la carretera Riaño-Potes.
 
 
Operaciones en el Puerto del Escudo en agosto de 1937
 
   Las fuerzas de Angulo participaron en la defensa de Reinosa, que caía el 16 de agosto, y en Arija. Los Carabineros de Choque también fueron enviados como refuerzo al Puerto del Escudo pero ante el avance de los “flechas negras” italianos el frente por la costa y por el Escudo, las fuerzas republicanas emprendieron la retirada hacia la capital con objeto de posicionarse para acometer la defensa de Santander. Sin embargo, poco duró la resistencia. A las 17,30 h. del día 23, el general Gamir daba la orden de evacuación de la ciudad, no consiguiendo cumplir el lapso de tiempo que consideraba necesario para que el ejército nacional se viera en la posible necesidad de desviar fuerzas ante la inminente apertura del frente de Belchite: «Al producirse el aconchamiento de los batallones nacionalistas vascos, que no cumplen órdenes, sobre Santoña y Laredo, se ha desmoronado el plan de las 72 horas de resistencia, para agotar, hasta lo humanamente posible, la posesión de Santander». Es entonces cuando se produce la desbandada general, la huida desenfrenada a la que se acogen la mayor parte de autoridades y algunos jefes militares, entre ellos, el propio general Gamir, que embarcaba en el submarino C-4 en dirección a Gijón: «Recibido el parte de las autoridades y jefes de servicios de estar lista la evacuación en las flotas de guerra y mercante, emprendió la marcha el submarino C-4, puesto a disposición de las autoridades por orden del gobierno, a la 1.30 de la madrugada del 25, forzando los campos de minas de las bocas de los puertos de Santander y Gijón y esquivando al Cervera y demás barcos facciosos en bloqueo, llevando a bordo al general jefe, vocales de la junta delegada, parte del Estado Mayor, comandante militar, comandante general de artillería y diputado a Cortes por San Sebastián, habiéndolo hecho en otros barcos las restantes autoridades y mandos que en días anteriores no habían evacuado por tierra. A las 23.45 del día 25 llegó el C-4 a Gijón y con poca diferencia los otros submarinos, estando ya en el puerto los destructores, al no poder entrar en los puertos intermedios». De allí viajó en avión a Francia y aunque posteriormente volvió a Valencia, se le adjudicó el sobrenombre de “ahí queda eso”, en clara referencia al abandono de sus hombres. Cabe recordar las palabras de Gamir tan solo una semana antes, cuando intentaba arengar a la tropa: «¿Qué nos jugamos en la partida? ¡La independencia de España, que se convertiría en colonia extranjera! ¡La esclavitud de los nuestros que, como antaño, discurrirían famélicos, implorando el pedazo de pan amasado con el sudor del trabajo, que se convertiría mañana en el de la fiebre de la extenuación! ¡El honor de nuestras mujeres y el vilipendio de nuestros mayores! Y, sobre todo, la pérdida de nuestra convicción de hombres, al no haber emulado a nuestros hermanos de Madrid y todos los frentes en su lucha contra el invasor, prefiriendo vivir arrastrándose como reptiles a morir de pie, como mueren los hombres. ¡Como murieron siempre los bravos españoles! ». O sin ir más lejos, el telegrama que remitió al Gobierno republicano el 23 de agosto, un día antes de salir de Santander: «El Gobierno de la República y España leal pueden tener la seguridad de que perduraremos en la lucha con redoblado entusiasmo y fervor consciente de la responsabilidad que nos incumbe frente a la situación creada por los traidores, que han convertido a la patria en botín de rapiña del fascismo extranjero y en campo de experimentación del material y de los procedimientos de la guerra moderna. Toda la zona de mi mando sabrá sucumbir con gloria antes de tolerar el dominio de italianos y alemanes en el territorio nacional». Mariano Gamir ya no volvió a tener mando de tropas y quedó exiliado tras la guerra en Francia, permitiéndole Franco volver a España en la década de los 50, instalándose en Cuenca, donde moriría en 1959.
 
El General Gamir (primero por la derecha) con la Comisión de la Sociedad de Naciones
 
   A finales de agosto de 1937 Santander dejaba de ser republicana. El Gobierno publicaba el 30 de agosto la siguiente nota al respecto:
   “La capital de Santander ha caído en poder de los facciosos. No han tomado la ciudad fuerzas rebeldes españolas, sino unidades regulares italianas, que formando varias divisiones, y al mando de generales también italianos, han llevado la parte principal del ataque con el auxilio secundario de marroquíes mercenarios e insurrectos españoles. Los cronistas militares de grandes diarios europeos han venido enumerando la cuantía de todas las tropas que por Reinosa y Ontaneda llegaban hasta el puerto santanderino, señalando la enorme proporción que entre ellas alcanzan las unidades italianas provistas de material bélico mucho más considerable aún que el que se empleó para la toma de Bilbao. Pero de esa preponderancia italiana hay, además, una declaración oficial en el telegrama de felicitación y gratitud que Franco ha dirigido a Mussolini: En el momento que las tropas legionarias –así se consigna en el despacho- entran en la ciudad de Santander en franca unión y fraternidad con las tropas nacionales.
   El general insurrecto español, dirigiéndose al dictador italiano, escribe: «Rindo a su excelencia el tributo de nuestro agradecimiento y admiración por el valor demostrado por las tropas italianas».
   El cínico telegrama termina así: «El valor y la disciplina de que las tropas italianas han dado muestras en esta ofensiva, han coadyuvado en forma patente a la conquista de Santander, y han ayudado y seguirán ayudando a la victoria final».
   La guerra, que comenzó de nuestra parte siendo una guerra por la libertad, se ha convertido ya en una guerra por la independencia. Legiones extranjeras invaden y asuelan el territorio patrio guiadas por una turba de españoles traidores. Peleamos contra una rebelión interna y contra una agresión extranjera que se realiza con descaro por tierra y por mar, mientras subsiste, para escarnio de cuantos lo suscriben, un Pacto titulado de no intervención que maniata a la República, con ánimo de imposibilitar la defensa. En este trance, el Gobierno declara de nuevo, en nombre del pueblo español, la firmísima voluntad de seguir luchando contra la tiranía, sin que le arredre ninguna clase de vicisitudes”.
   Y la prensa de los sublevados, aprovechaba la noticia para loar la figura de su Caudillo: “Con la toma de Santander, la sangre generosa de España, inflamada en el santo ideal patriótico, acaba de escribir una nueva página de gloria en el Libro de Oro de la epopeya triunfal. El cuerpo que aparecía anquilosado y víctima de las bárbaras mutilaciones practicadas por los hijos malditos, va poco a poco recobrando el uso de sus miembros. Ayer fue Bilbao; ahora, Santander. La inteligencia omnímoda de quien todo lo discierne ordenará en qué dirección se habrán de encaminar las columnas victoriosas para liberar otras plazas del ominoso cautiverio. Y, sin embargo, en ese cuerpo maltrecho y desgajado alentaba un cerebro y latía un corazón. El cerebro y el corazón de Franco, que en esta hora de honda angustia y de supremo sacrificio personifican y compendian el cerebro y el corazón de España entera”. El editorial del 28 de agosto sigue pero creemos que ya es suficiente.
 
Desfile de las tropas nacionales por la ciudad tras la caída de Santander
 
     La caída de Santander comportó para el ejército nacionalista serias dificultades de cara a la reclusión del alrededor de cincuenta mil prisioneros que fueron capturados en esa campaña. Para ello se crearon campos de concentración en Santoña, Laredo, Castrourdiales, y en el mismo Santander. Mientras la mayor parte de sus hombres fueron internados en campos de concentración, Angulo sería trasladado a Bilbao. Desde ese día de agosto, en zona republicana tardaron bastante tiempo en conocer la suerte que había corrido Angulo. Como vemos en el siguiente breve publicado en “Nuestra Lucha. Órgano provincial del Partido Socialista y portavoz de la UGT” de Murcia, el 2 de noviembre de 1937 todavía no se sabía nada de él:
 
PACO GALÁN EN LA ZONA LEAL; FALTA EL PERIODISTA FEDERICO ANGULO
   «La presencia en la zona leal de Francisco Galán sirve a un periódico para resaltar que cuando la situación del Norte se hacía más difícil fue él uno de los militares de la República que no dudó en marchar allá para oponerse al avance de los invasores.
     »De Galán ya se tienen noticias, pero no así del periodista Federico Angulo, que también marchó al Norte y del que hasta ahora se ignora la suerte que haya podido correr»

1937 Angulo en Santander (II)

Uno de los llamamientos publicados en "República. Diario del Pueblo"

   Dejábamos nuestra anterior entrada en las publicaciones en prensa de los llamamientos para ingresar en las Brigadas de Carabineros de Santander y la posible autoría de los publicados sin firma en el diario “República”. Ahora ya sí en primera persona, sin que llegara a cumplirse una semana desde su llegada, Angulo se dirige el 15 de julio a los carabineros y a los nuevos inscritos como Jefe de la nueva Comandancia del Norte de Carabineros instándoles a seguir un comportamiento y compromiso ejemplar con el Cuerpo que representan y con la República que deben defender:

JEFATURA DE LAS FUERZAS DE CARABINEROS DEL NORTE.
Orden del Cuerpo del día 15 de julio de 1937

   Una vez posesionado del mando de las fuerzas de Carabineros del Norte, y en período de reorganización los servicios de las antiguas Comandancias de Guipúzcoa, Vizcaya, Santander y Asturias, cumplo gustoso el deber de saludar a los jefes, oficiales, clases y carabineros de la nueva Comandancia del Norte, al tiempo que les hago las siguientes prevenciones:

   Primera. Estando España en guerra contra el fascismo invasor de nuestro territorio, es deber ineludible de cuantos pertenecen al Instituto de Carabineros, considerarse, sobre todas las cosas, combatientes; es decir, que mientras la guerra no termine con el triunfo total de las armas republicanas, la misión primordial de los carabineros es la de defender la República, sin escatimar ningún sacrificio.
   Segunda. Deber tan ineludible como el anterior, es el de ser fieles, sin desmayo ni tibieza, a la causa antifascista. Fidelidad que no estriba en permanecer en territorio leal y mantener una actitud pasiva. La fidelidad que la hora española exige de nosotros, es activa, denodada, dispuesta a darlo todo por la República. No hacerlo así, en los hombres civiles es censurable; pero en los soldados, es delito merecedor de las sanciones más duras.
   Tercera. Consecuencia lógica de lo anteriormente expuesto, es mi propósito de ser inexorable con todos aquellos que no cumplan sus deberes con el máximo fervor republicano y antifascista. Lealmente aconsejo a cuantos no estén dispuestos a inspirar su conducta en aquellas normas, que pidan la separación del Instituto de Carabineros, en cuyas filas no pueden seguir teniendo cabida. El problema está en servir o no servir, sin paliativos ni distingos casuísticos. Aquel que por su falta de celo, o sus actividades sospechosas, demuestre no ser un republicano de fe encendida e insobornable, será dado de baja fulminantemente, sin perjuicio de ser entregado a la justicia.
   El jefe que suscribe desea que estas prevenciones resulten inadecuadas, porque todos cuantos se honran en ser servidores de la República vistiendo el uniforme de Carabineros, demuestren con sus actos ser los mejores entre los buenos. A nada menos obliga la tradición de nuestro Cuerpo y el sacrificio sin medida de los que, en todos los frentes de combate, enaltecen a diario su nombre con su sangre heroica.
   Esta Orden será leída en todos los puestos y destacamentos de Carabineros, durante cinco días.

   Santander, 15 de julio de 1937.- El teniente coronel jefe, FEDERICO ANGULO. 

El general Valdés Cavanilles inspeccionando el acopio de víveres en el Puerto de Santander

   No sólo se podía ver por entonces órdenes como las que citábamos. La propaganda en prensa del Cuerpo era otro recurso para activar lo máximo posible el reclutamiento de nuevos Carabineros. Durante esos días, y en el único diario que se publicaba en Santander, era habitual ver slogans como estos: «Los héroes tienen ahora un uniforme más para lucir las condecoraciones de sus hazañas. El Cuerpo de Carabineros, abnegado antes y glorioso a partir de su incorporación directa a la causa antifascista, quiere ser, también, la auténtica fuerza de choque, que asombre por su arrojo en el Norte de España. Contribuye con tu inscripción, a formarle, miliciano», «Ingresar en el Cuerpo de Carabineros equivale a ser doblemente antifascista, luchador y héroe» o bien, por poner un último ejemplo, «El Cuerpo de Carabineros se ha forjado con cientos de gloriosas hazañas. Las tuyas pueden servir también para que se acreciente la fama de su heroísmo. Inscríbete en él». Desconocemos si el autor de tales arengas propagandísticas fue el propio Angulo, aunque bien podríamos creerlo así.

     El número de voluntarios presentados en Santander ascendería a alrededor de 600, aunque pese a las explicaciones y condiciones tan claras expresadas por el jefe de Carabineros, se recibieron solicitudes cuyas intenciones no concordaban estrictamente con lo que se necesitaba. Para evitar males mayores, Angulo tuvo que salir al paso para dejar todavía más claro su requerimiento. Zugazagoitia se refería a ello poniendo en su boca estas palabras: «Nadie venga a la Brigada de Choque con la intención de perseguir un empleo burocrático en la retaguardia. Aquí no se engaña a nadie. Necesitamos hombres viriles que empuñen la bayoneta para defender la independencia de la Patria». Realmente, Angulo, por si no hubiera quedado suficientemente claro, publicaba una advertencia oficial que pretendía ser ya la definitiva y que se repetiría en los días sucesivos:

JEFATURA DE LAS FUERZAS DE CARABINEROS DEL NORTE.
Advertencia

   Se reciben en esta Jefatura numerosas instancias de aspirantes a ingreso en las unidades de Carabineros de choque en formación, algunas de las cuales revelan en sus firmantes un concepto equivocado respecto a lo que estas fuerzas son. Para que el error no se extienda y ninguno de los que solicitan ser admitidos pueda ser víctima de aquél, esta Jefatura se apresura a rectificarlo.
   En la convocatoria de recluta hecha pública el 10 del corriente mes, se advertía que dichas Unidades de Carabineros en formación «serán empleadas, en su totalidad, en el frente de combate». No hay, pues, motivo para pensar en que puedan ser utilizadas en servicios de retaguardia, perfectamente cubiertas con los carabineros veteranos que, por su edad no puedan ser combatientes de primera línea.
   A todos los solicitantes y a cuantos piensen serlo, esta Jefatura les advierte, una vez más, que las Unidades en formación serán de PRIMERA LINEA, como corresponde a unas auténticas fuerzas de choque, sin que sus componentes puedan aspirar, en ningún momento, a desempeñar otras misiones o servicios que no sean los que corresponden a unas tropas esencialmente combatientes. Todos aquéllos que no estén dispuestos a rendir el máximo esfuerzo y a combatir con absoluto desprecio de sus vidas, harán bien en no solicitar su ingreso en las Unidades de Choque de Carabineros.

   Santander, 18 de julio de 1937.- El teniente coronel jefe, FEDERICO ANGULO.

Portada del Boletín del Instituto de Carabineros

   Una vez conformadas las Brigadas de Choque, Angulo elevó una propuesta al Ministerio para conseguir una primera recompensa a los alistados en forma de ascenso. Hablábamos anteriormente de un número de 600 los que se integraron en opinión de uno de sus compañeros en el diario “El Socialista”. Bien, no sabemos si la relación siguiente, que no llega al centenar, fueron los únicos integrantes de las Brigadas, o sólo los que fueron ascendidos. De todas maneras, dejaremos constancia de sus nombres tal y como aparecieron publicados el 3 de agosto de 1937:
Jefatura de las fuerzas de Carabineros del Norte.
Orden del Cuerpo del día 2 de agosto de 1937
  El excelentísimo señor presidente del Consejo de ministros y ministro de Hacienda se ha dignado acceder a la propuesta extraordinaria de ascensos formulada por esta Jefatura a favor de las clases y carabineros pertenecientes a la Comandancia del Norte, incorporados voluntariamente a las brigadas de choque del Instituto.
   Por virtud de esta justa medida del excelentísimo señor presidente del Consejo de ministros y ministro de Hacienda, son promovidos a los empleos que se mencionan las clases e individuos siguientes:
   Asciende a teniente: el sargento Eugenio Benedit Osta.
   Ascienden a sargento: los cabos Víctor García Caselles, Manuel Santos Rodríguez, Andrés Carmona Rodríguez, Juan García Rollán, Olegario Cuartas Menéndez, Ramón González González, Vicente Gómez Rodríguez, Víctor Bueno Castro, Sisinio Pérez Calzada, Ricardo del Puerto Prado, Antonio Fernández Gil, Matías Palomar Luengo, Francisco Sánchez Maciá y Pedro Figueruelo Martín.
   Ascienden a cabo: los carabineros Eustasio Martínez López, Juan Antonio Escudero Valero, Angel Lorenzo Anzola, Félix Pulido Morales, Daniel Esteban Domingo, Antonio García Mota, Luis Marigil Luzuriaga, José Melara Huerta, Juan Diego Santamaría, Marcial Uriz Prado, Emilio Parejo Morales, Salvador Villar Esparza, Alfonso Trufero Llopis, Teodoro Alvarez Mayo, Juan Triviño Tena, Fernando Revilla Lavín, Teodomiro Lavín Rozadilla, Siro Hermana Cordón, José Santos Rodríguez, Ricardo Misas Elías, José Pérez Méndez, Juan Martín Lahoz, José Pascual San Vicente, Manuel Domínguez Tocón, José Aguilar Prudencio, Francisco Suárez Tielsa, Jacinto Ríos Ramírez, Rogelio Díaz Puerta, Cándido Fernández Gutiérrez, Fermín Resilla Fernández, Salvador Allende del Hoyo, César Valle Suárez, Zoilo Díaz Montero, Marcelino Menéndez Castiello, José García Blanco, Belarmino García Díez, Ceferino Beneitez Menéndez, Luis Fernández Fernández, Angel Bienvenido Ibáñez, José Gutiérrez Fernández, José María González Rodríguez, Angel Rivero Fernández, Ulpiano González García, Raimundo Fernández González, Francisco Fernández Fernández, Manuel Company Figueredo, Manuel Carrascosa Montiel, Manuel Durán Barreiro, Miguel Díaz Marqués, Víctor Suárez Alonso, Isaac García Alvarez, José Lamela Cuñago, Enrique Salas Fernández, Francisco Casal Cagiao, Esteban Pando García, Manuel García Vega, José García Medina, Julio Suárez Sánchez,, Román Pereiras Santamarina, Manuel Alvarez Ordóñez, Juan Alfonso Andrés Calvo, Pedro Luis García Sáez, José Ramón Fernández Gutiérrez, Benjamín García Alvarez, Fernando Areces Díaz, Francisco Iglesias García, Jesús López Hevia, Francisco Jiménez Fernández, Sandalio Menéndez Fernández, Juan Gumbau Guillaza, José Fernández Menéndez, Angel García Martínez, Manuel Morelain Guerra, Francisco Calvo Nevado, Ginés Delestal Añorga, Manuel Martín Zapata, Ramón Lendoiro García, Antonio Arenal Martín y Claudio Pérez Mesa.
   Los agraciados disfrutarán de su nuevo empleo a partir de la revista del mes actual.
   Esta Jefatura se complace vivamente en felicitar a cuantos por haber demostrado su deseo de combatir por la República y la Libertad en las nuevas unidades de choque, se han hecho acreedores a ser recompensados. Y lamenta no menos vivamente, que el ejemplo dado por estas clases y carabineros no haya sido seguido por todos los componentes de la Comandancia del Norte. A nadie podrá extrañar, pues, que esta Jefatura, en uso de sus facultades, disponga la incorporación de aquellas clases y carabineros que por su edad y condiciones físicas sean aptos para la guerra activa, a las brigadas de choque sin recompensa alguna, dado que de modo terminante han manifestado, al ser explorada su voluntad, su falta de deseo de defender en los puestos de vanguardia que son los que todo soldado republicano debe ansiar, la libertad y la independencia de su patria.
   En consecuencia, vengo en disponer que por el mayor, jefe de la Comandancia de Carabineros del Norte, sean relevados de la práctica del servicio peculiar del Instituto, todas las clases e individuos comprendidos entre las edades de diecinueve y treinta y cinco años, ambas inclusive, para su inmediata incorporación a las unidades de choque.
   Espera esta Jefatura que la presente orden sea acatada por todos, no solamente por espíritu de disciplina, que ha sido siempre una de las más nobles características del Instituto de Carabineros, sino con aquel fervor y entusiasmo que todo soldado antifascista debe poner en esta guerra, en la cual se lucha por la libertad, por la dignidad y la independencia del pueblo español.
   Santander, 2 de agosto de 1937.- El teniente coronel jefe, Federico Angulo.
 
 
Mapa de operaciones en la toma de Santander

sábado, 16 de marzo de 2013

1937 Angulo en Santander (I)




   Desde su estancia en Motril, lugar al que acudió para tratar de ayudar en la organización de la desesperada y sangrienta evacuación de Málaga (a la postre, pilar importante ante la pasiva y desesperante actitud del coronel Villalba) Federico Angulo estaba en Catalunya. A primeros de marzo de 1937 sería nombrado Jefe de la Comandancia de Carabineros de Gerona, en la que acometería principalmente la organización, control y disciplina de todos los puestos de Carabineros emplazados en la frontera francesa con objeto de evitar, en palabras de Zugazagoitia, la “situación caótica” en que se encontraba aquella zona. En su puesto de la Comandancia de Figueras recibiría dos meses después el ascenso a Teniente Coronel de Carabineros, y allí, por una parte angustiado por la reducida actividad que mantenía en el Pirineo, y por otra, el ver cómo se combatía en el Norte, principalmente en Bilbao, su tierra de adopción durante 10 años, tomaría la decisión de marchar. Zuga recordaba que “nuestro amigo descabalgó el Pirineo y se presentó a su jefe: Pido ir a Bilbao. Hubo forcejeo. Duró poco. El jefe y el subordinado eran amigos. “Si algún favor podía yo pedirte, es éste: que me mandes a Bilbao. Puedo ser útil y tengo allí, combatiendo, a uno de mis hijos. Mandarme”. Se firmó la orden. En espera del avión -dos, tres, cuatro días-, fue saludando a los amigos. Andábamos todos con él, y él con nosotros, en tapujos. Quien firmó la orden se mostraba arrepentido de haberla firmado. Teníamos el presentimiento claro de que nos despedíamos definitivamente. Y lo que tapábamos eran las palabras con que pugnaba por manifestarse ese presentimiento. Entre los abrazos se nos quedaba fría y angustiada no sé bien qué emoción. Un “Douglas” grande se lo llevó...”
 
Rafael Méndez Martínez
   El hijo al que hacía mención era Federico Angulo Hernández, bilbaino de nacimiento, que con tan sólo 17 años había participado en la campaña de Guipúzcoa y por entonces se encontraba en Bilbao, y el jefe y amigo de Angulo era el Director General de Carabineros, Rafael Méndez, y aunque a su pesar, acató los deseos de su subordinado y trasladó la orden al ministro de Hacienda Juan Negrín, quedando firmada la orden por el Interventor General del Ministerio, Adolfo Sisto, el 2 de julio de 1937: “Este Ministerio, conformándose con lo propuesto por el ilustrísimo señor Director general de Carabineros, ha resuelto que el Teniente Coronel de dicho Instituto don Federico de Angulo Vázquez pase destinado como Jefe de las fuerzas de Carabineros del Norte”.
 
   La orden de traslado no llegó a tiempo para que pudiera, como era su deseo, recalar en Bilbao, que poco antes, el 19 de junio, había caído en poder de los nacionales, por lo que se dirigió a Santander. La caída del País Vasco supuso la pérdida de ánimo y voluntad de lucha del Ejército Vasco al ver que ya no estaba defendiendo su tierra, sembrando dudas en el resto de unidades acerca de cuál sería la actitud que tomarían sus hombres. Tras batirse los primeros días en Reinosa ante las Brigadas Navarras, el Euzko Gudarostea, formado por el Partido Nacionalista Vasco y comandado en un primer momento por el propio lehendakari José Antonio Aguirre, veía sin ninguna convicción el seguir luchando por la República ya que no por Euskadi e iniciaron tres de sus batallones el repliegue hacia Santoña. Hecho que se confirmaría tras las negociaciones llevadas a cabo entre el PNV y el Alto Mando italiano, añadiendo a ello el viaje previo que ya había realizado el padre Alberto Onaindía a Italia para presentar su informe acerca de la situación del pueblo vasco. Onaindía fue el comisionado por los dirigentes del Partido Nacionalista Vasco para presentar en el Vaticano las razones morales por las que los nacionalistas vascos, como católicos, habían estado del lado republicano –socialistas, anarquistas, comunistas..., contrarios y perseguidores del catolicismo- desde el inicio de la guerra. El pacto de Santoña, por el cual las fuerzas vascas ofrecerían su rendición a cambio del respeto a la población civil y ser considerados los militares vascos como prisioneros de guerra bajo la soberanía italiana, supuso la pérdida de la que podría haber sido una eficaz ayuda en la defensa del Frente Norte. Mientras se decidía la suerte de Santander, el Ejército vasco se limitó a adoptar posiciones defensivas y no colaboró en ningún momento con el resto del Ejército republicano del Norte comandado por el general Mariano Gamir Ulibarri, en cuanto se decidió un repliegue que acotara más la línea de defensa de Santander, opinando que «los batallones nacionalistas reunidos en Laredo y Santoña, declararon franca actitud de rebeldía, deteniendo a las autoridades, discutiendo a sus mandos y negándose a combatir con la esperanza de hacerse fuertes en la zona de Santoña sobre un puerto y esperar unos hipotéticos barcos que habían de evacuarlos a Francia». Y de esta manera se manifestaba al respecto el lehendakari Aguirre: «Principalmente, los elementos nacionalistas, desde la caída de Bilbao, sufrieron en todo su ser la sensación de que ya para ellos todo estaba perdido. Los demás partidos tenían una continuidad política en los demás territorios. Ellos, no. Se atravesaban las fronteras de nuestro pueblo donde la gente hablaba otro idioma. Trágica realidad que hay que saber vivirla para comprenderla».
 
 
"República. Diario del Pueblo", único rotativo en Santander por aquellas fechas
 
 
   Federico Angulo se dirigiría directamente hacia Santander, ciudad que ya conocía tras su paso por la Redacción del diario “El Pueblo Cántabro” en 1916 en una primera etapa y en 1920 en una segunda, y a la que llegaba el 9 de julio de 1937 precedido de su fama y capacidad de lucha. Por entonces, en la capital cántabra sólo se publicaba un diario: “República. Diario del pueblo”. Las autoridades, ante la escasez de papel tras la caída de Bilbao decidieron unificar el 29 de junio de 1937 todos los diarios de Santander (entre los más importantes “La Región” y “El Cantábrico”) en uno solo, el mencionado “República”. Juan Ruiz Olazarán, presidente de la Junta de Defensa y gobernador civil de Santander durante la guerra, reconocía que “después de la caída de Bilbao y a la vista de la grave situación que se creaba, dispuse la publicación de un solo diario denominado República. El nuevo diario se imprimía en los talleres de “La Voz de Cantabria” y apareció sin interrupción durante 57 días, hasta el 24 de agosto. El personal de Redacción estuvo formado por Antonio Huerta, director; Francisco Lecue y Ramón San Juan, taquígrafos; Francisco Fernández, Luis Riera Sanz y Julio Vicente, redactores, y Miguel Murillo, dibujante. En opinión de Jesús Francisco Gutiérrez Goñi, “practicaba un periodismo de guerra en el que el ardor combativo, los llamamientos a la población y la transmisión de órdenes ocupaban la mayor parte de las cuatro páginas de que constaba, quedando la información en un plano secundario”. En su número 12 de 10 de julio el rotativo cántabro daba la bienvenida a Paco Galán, hermano de Fermín, uno de los mártires republicanos en el levantamiento de Jaca de diciembre de 1930, y a Federico Angulo:
Francisco Galán
   «Desde ayer están entre nosotros estos dos camaradas, jefes ilustres del Ejército popular. Teniente coronel procedente de la Guardia Nacional el uno y de igual grado en el Cuerpo de Carabineros el otro, vienen al Norte voluntariamente, llamados por la causa en peligro.
   »Son dos hombres jóvenes, dos auténticos veteranos, sin embargo, de esta guerra que nos hacen los traidores. En sus hojas de servicios y hasta en su piel, pueden leerse nombres que han hecho famosos las gestas populares.
   »Paco Galán es el héroe de Somosierra, el luchador que se asomó a los riscos del Guadarrama cuando el enemigo, que lo tenía todo, se preparaba a caer sobre una capital que no tenía nada. No ha descansado desde entonces. Ha dado su entusiasmo, su inteligencia, su actividad y su sangre.
   »Federico Angulo saltó de la Redacción de “El Socialista” a guerrillero obstinado. Estuvo en el asalto a la Montaña, luchó luego en la Sierra, anduvo por Extremadura, fue el héroe central de aquella gloriosa acción de Mérida, en la que un puñado de leones clavaron a toda una columna motorizada por la traición. Atacó Talavera, anduvo en las arremetidas a Toledo, corrió a Motril para contribuir con su valor sereno a cortar la desbandada malagueña… Federico Angulo, ídolo de los carabineros, se ha ganado estrellas y fama derrochando valor y dando varias veces su sangre por la causa.
   »El cuadro de jefes que actúa en el Norte a las órdenes de nuestro ilustre general Gamir Ulibarri, se enriquece con la aportación de estos hombres que nos traen su entusiasmo y su experiencia en esta lucha.
   »Bienvenidos sean a esta tierra, en la que empiezan encontrando amigos y compañeros leales y hallarán pronto soldados del pueblo dispuestos a probar que su temple no cede al temple heroico de los hombres que hasta hoy mandaron.»

   Desde su llegada a Santander tendrá Angulo una intensa actividad. Para la reorganización de las unidades será el principal responsable de conformar una Brigada de choque de Carabineros, y a tal efecto recorrerá pueblos y ciudades, publicando pasquines que se reparten y pegan en paredes y vallas de las poblaciones, y haciendo llamamientos en la Prensa. Ésta, feliz ante dicha iniciativa, se encargará de comenzar la nueva tarea y dar a conocer a todos aquellos santanderinos que voluntariamente quieran integrarse en las nuevas unidades la inminente formación de las nuevas unidades de carabineros mediante anuncios como:

LOS CARABINEROS DE CHOQUE
   «Con la llegada a Santander del teniente coronel Angulo, nuestro viejo camarada, se inicia en el Norte la formación de unidades de choque de Carabineros. Por fin se va a hacer aquí lo que hace meses se realizó en el resto de la España republicana. Debemos felicitarnos de ello. Dentro de poco tiempo, el Ejército del Norte contará con unas fuerzas nuevas, continuadoras de las hazañas de las brigadas de Carabineros que se llenan de gloria en los frentes de Madrid, de Guadalajara y de Granada.
   »Fueron los Carabineros de la quinta brigada mixta los que contribuyeron con su heroísmo a contener la avalancha fascista a las puertas de Madrid, y en un alarde tesonero clavaron la terrible ofensiva italo-germana en la Ciudad Universitaria; fueron estos mismos Carabineros los que resistieron el empuje brutal enemigo en el Jarama; fue la tercera brigada de Carabineros la que tomó, a la bayoneta, Brihuega, en el frente de Guadalajara; fueron batallones de Carabineros los forjadores de las victorias en el frente de Andújar, y son ahora brigadas de Carabineros las que estos días avanzan como un alud en el frente del Centro, trazando con la punta de sus cuchillos el camino del triunfo.
   »Los Carabineros de antaño, que también escribieron páginas de gloria y de martirio por la causa de la Libertad, reverdecen sus laureles en los Carabineros de ahora, que aspiran a ser los auténticos soldados de la República y sueñan con ser sus héroes.
   »La recluta de Carabineros de choque hará el milagro de juntar a cuantos sientan entrañablemente la revolución española, que no cuajará en realidades si no se gana la guerra. »
 
Emblema de Carabineros
LA RECLUTA DE LOS CARABINEROS DE CHOQUE
   «La recluta de Carabineros de choque, apenas iniciada, tiene asegurado el éxito. Pasan de trescientos los hombres antifascistas que en dos días han acudido a las oficinas de la Comandancia de Carabineros a presentar sus instancias. Trescientos soldados de la República que consideran un honor vestir el uniforme verde glorificado por las jornadas de Madrid, del Jarama, de Guadalajara, de Andújar. Trescientos que hoy serán mil y mañana una brigada que, una vez encuadrada, marchará al frente.
   »Un detalle que revela hasta qué extremo ha despertado entusiasmo la recluta de Carabineros de choque, nos lo ofrece el número de oficiales que acuden a pedir se les conceda el honor de mandar las fuerzas en formación. Son los mejores, los que llevan once meses de campaña, muchos de ellos varias veces heridos, que piden mandar carabineros, porque saben que los carabineros ocuparán los puestos de mayor peligro.
   »El fenómeno que se dio en Madrid en septiembre del pasado año, se da aquí ahora. En la mil veces heroica capital de la República, fueron miles los hombres que acudieron al llamamiento de Carabineros, y llenaban las calles madrileñas de uniformes verdes. Aquí, en Santander, serán miles también los que, dentro de pocos días, lucirán el glorioso emblema de los dos fusiles cruzados.
   »Noticias igualmente satisfactorias se tienen de Asturias. Allí también ha comenzado la recluta y suman varios centenares las instancias recibidas.
   »El Norte quiere tener, como las demás regiones de la España antifascista, sus brigadas de Carabineros, de estos magníficos soldados de la República, que prefieren la muerte a la derrota. Y las tendrá en número y en calidad comparables con las que a diario escriben magníficas páginas de abnegación y de heroísmo. El fervoroso entusiasmo que reina entre los auténticos antifascistas, aquellos que no se limitan a pregonar su adhesión a la República democrática, sino que rubrican sus palabras con el fusil en la mano, nos permite afirmarlo así. »
   Aun sin poder asegurarlo, presumimos que el autor de estos textos sería el propio Angulo. Su responsabilidad en esos momentos, su pasado periodístico, su compromiso con el Cuerpo de Carabineros, al que elogia fervientemente (recordemos que no sólo él forma parte de este Cuerpo, también su hermano José Angulo Vázquez es en aquellos momentos Comandante de Carabineros, y su padre, Manuel de Angulo Sánchez-Usero lo fue anteriormente alcanzando el grado de Teniente Coronel), nos sugiere esta más que probable autoría. El de Carabineros fue un Cuerpo creado en 1829 y dado que aproximadamente dos terceras partes de sus integrantes en 1936 fueron leales a la República, y en el transcurso de la guerra fue aumentando su número considerablemente, al acabar la contienda el general Franco decretó en 1940 su desaparición e integración en el Cuerpo de la Guardia Civil.
 
 
Cuca, en 1936
   Entre los inscritos en esos dos primeros días de recluta que mencionaba el escrito, se incluía un famoso futbolista de la época del Racing de Santander, Ricardo García Martínez “Cuca”. Nacido en Sama de Langreo en 1914 y tras su paso por el Racing Langreano, fichó por el Racing de Santander y comenzó su andadura futbolística en 1ª División en la temporada 1935-36. En ella jugó un total de 22 partidos anotando 8 goles. El equipo habitual del Racing esa temporada estaba formado por: Pedrosa, Ceballos, Ilardia, Ibarra, García, Germán, Cuca, Milucho, Chas, Larrinaga y Cisco. El inicio de la guerra provocó la suspensión del campeonato durante las siguientes tres temporadas, disputándose de nuevo en la 1939-40, en la que Cuca jugó 12 partidos con el Racing marcando 4 goles aunque ese año el equipo descendió a 2ª División. Ya posteriormente, jugó en el Deportivo de La Coruña entre 1941 y 1943 y en el Sporting de Gijón entre 1945 y 1947. El Oviedo, en el que jugó un solo partido fue su último club en 1ª División. Cuca fallecería en su localidad natal, Sama de Langreo, en julio de 1971. Con lo que respecta a la época que nos ocupa, Cuca era Cabo de Infantería en febrero de 1937, y el 4 de abril del mismo año ascendía a Sargento, pasando destinado al Batallón 19 de las fuerzas de choque del Instituto de Carabineros. Y en el mes de julio, pasaría a formar parte de las unidades de Carabineros que Angulo intentaba formar en Santander.
 
Plantilla del Racing de Santander correspondiente a la temporada 1935-36. "Cuca" el primero por la izquierda, con el nº 7