domingo, 4 de septiembre de 2011

1933 Las elecciones (IV)


Gobierno Lerroux

Gobierno Martínez Barrio



GOBIERNOS LERROUX Y MARTINEZ BARRIO

   El primer gobierno Lerroux establecido el 12 de septiembre tan solo sobrevivió 26 días. A pesar de tener representadas a 6 formaciones políticas, el intento de tener agrupadas a todas las minorías republicanas y evitar la disolución de las Cortes no surtió efecto. Como publicaba “El Socialista”, el Gobierno «ofrece todos los defectos de una improvisación». La salida del Partido Socialista del Gobierno quedó ratificada mediante la publicación de un manifiesto en el que dejaba claro que el cambio político era una «solución francamente enderezada hacia un retroceso en la marcha política y social de la República». Su postura era la de no perder ni un solo día con el nombramiento de un equipo que no contaba con el apoyo parlamentario, y por eso condenaban la demora en que se iba a producir la presentación en Cortes del nuevo Gobierno: «por no haber apresurado el Gobierno a convalidar ante las Cortes los poderes que le han sido otorgados por el Presidente de la República, ya que la plenitud de autoridad no puede tener por base la confianza presidencial, cuando ésta no aparece unida a la del Parlamento igualmente indispensable y de rango no inferior». Igualmente, advierte de los peligros del cambio de rumbo y se erige en el principal depositario y valedor de los valores republicanos: «En todas partes se observa, como consecuencia de la solución de la última crisis ministerial, el envalentonamiento de las derechas... Este engreimiento del adversario, a quien tanto terreno se acaba de ceder, proporcionándole nuevas y ventajosas posiciones en su combate contra las esencias políticas y sociales del régimen republicano, coincide con el enérgico ímpetu que anima a las fuerzas socialistas que a ellas corresponderá la histórica misión de defender en primera línea las nuevas libertades conquistadas por la España de hoy, impidiendo su destrucción escandalosa o su mixtificación hipócrita».

   Cumplida respuesta obtuvo desde las páginas del diario ABC, en el que uno de sus redactores más significativos, José Cuartero, publicaba el 15 de septiembre con el título “Jaquetones y holgazanes” un artículo en el que se permite ridiculizar al periódico socialistas después de su salida del Gobierno: «Las páginas de El Socialista chorrean ahora baba y hiel Estaba su gente “sacrificándose” por la burguesía republicana, cantando el sacrificio y el desinterés de su colaboración y fingiendo suspiros por el rescate... Pero ¡hay que ver cómo han recibido la liberación El Socialista y los ex trabajadores del enchufe! Desde el primer minuto rugen, cocean, rabian y muerden a diestro y siniestro Para nosotros, que desde fuera nos limitamos a ver y juzgar las cosas de la República, las disputas intestinas y las escandalosas colisiones del comedor, hay también una rociada de insultos que, por supuesto, no nos ofenden; por el contrario –confesemos el pecadillo-, nos divierte mucho el estado de ánimo que destapan, justo castigo de malos sentimientos y malos procederes, y nos divierte mucho más el ver cómo se les vuelven, a estallarles en la cara, los proyectiles que nos envían..... Para echar el desprecio de España sobre la coalición azañista y arrojarla del Poder, han bastado la razón, el civismo y la probidad de la crítica, el voto de los “burgos podridos” y el de todos los Ayuntamientos de España».

   A la situación tan inestable de este breve gobierno, vino a sumarse a finales de septiembre la escisión definitiva del Partido Radical-socialista. El Congreso del partido dio comienzo el día 23 y su eje central fue el discurso de Marcelino Domingo. Uno de los puntos que más se le criticó fue la inoportunidad de su resolución, en un momento en que finalizaba el gobierno Azaña, se eliminaba el puntal del apoyo socialista, y todo parecía indicar un cambio de orientación en la intención de gobierno. Abandonaba el partido: «con solemnidad y con gran tristeza, he de anunciar ante el Congreso, de un modo terminante mi baja en el partido radical-socialista», y de inmediato quedaba creado el Partido Radical-socialista Independiente.

   El día 2 de octubre fue el elegido para que Lerroux presentara a las Cortes su programa de gobierno. Al no tener posibilidad de disolver las Cortes quedaba a merced de sus oponentes y la sesión resultó un ataque en toda regla al presidente del Gobierno. Consciente de su falta de apoyo, el jefe radical iniciaba de la siguiente manera su discurso: «... yo sabía que no podría encontrar colaboración... Daréis o no vuestro voto al breve programa parlamentario que voy a exponer, pero de un modo o de otro nosotros sabremos en todo momento cumplir con nuestro deber». Lerroux sabía que estaba librando una batalla perdida, pero a pesar de eso, continuó con la enumeración y descripción de los puntos principales de su programa de gobierno: «Autonomía, laicismo, reforma agraria y reforma social». A continuación intenta definir sus propósitos aunque no puede evitar dejar patente la poca o nula estabilidad que va a tener el nuevo gobierno: «Estaremos aquí cinco minutos, cinco días o el tiempo que sea, pero dispuestos a gobernar y a restablecer la disciplina, a someter a las autoridades subalternas y a dar la paz al país. Dentro de una democracia son posibles todas las ideas, pero sin que lleguen a degenerar en guerra civil». Pretende transmitir el apoyo de la opinión pública y hace referencia a las elecciones celebradas recientemente «Estamos plenamente asistidos de la confianza del Jefe del estado y de la opinión pública. Ya nos lo ha demostrado en dos elecciones. Queremos gobernar con la voluntad de la opinión, pero no contra la del Parlamento, aunque lo consideramos divorciado, por desgaste, de la opinión pública». Indalecio Prieto es el primero que rebate el discurso de Lerroux y ya deja clara su posición contraria a la aprobación del nuevo Gobierno: «Hay en esta presentación un hecho singular: el de un Gobierno que se presenta a las Cortes para pedirle su confianza y decirles al mismo tiempo que están divorciadas con el país. Yo en toda mi vida política he oído jamás una manifestación semejante. ¿Con qué confianza quiere gobernar S.S.? ¿Con la del Jefe del Estado y con la maldita de unas Cortes divorciadas del país?». Y agrega «... y yo quiero declarar aquí que la colaboración de los socialistas con los Gobiernos republicanos ha terminado».

El voto femenino en las elecciones de 1933 (cola de votantes en Bilbao el 19 de noviembre)

   Reanudada la sesión al día siguiente, Lerroux replica las intervenciones de Prieto y Azaña, y no lo puede hacer de una manera más contundente: «Señores diputados: Los que van a morir os saludan. No tengo otra postura que tomar ante el respeto que me merece el régimen parlamentario». Y finalmente, realizada la votación, se aprobaba la desconfianza al Gobierno por 189 votos a favor y 91 en contra. Necesaria la elaboración de nuevo Gobierno, el 4 de octubre comenzaron las primeras consultas. Los dos primeros elegidos por Alcalá-Zamora, Ortega y Gasset y Sánchez Guerra, se excusaron. Siguieron, sin éxito y por este orden, los señores Sánchez Román, Manuel Pedregal, Gregorio Marañón, González Posada, y finalmente, tras varios días sin gobierno, el día 7 se le hacía el encargo a Diego Martínez Barrio, que conseguiría la formación de gobierno, no sin grandes dificultades dado el veto por parte del partido radical a que los socialistas participaran en el Gobierno, y a la interpretación socialista del artículo 75 de la Constitución por el que sería imposible que Martínez Barrio, ministro de Gobernación, al igual que Lerroux, pudieran continuar integrando el Gobierno de la República. Para tratar de convencer al jefe radical y que permitiera el gobierno de su lugarteniente Martínez Barrio, Marcelino Domingo ideó una visita a su domicilio personal esa misma noche. Se celebró la entrevista en casa de Lerroux, y éste no tuvo otra salida que condescender con la petición para no poner en peligro la estabilidad de la República. La visita y la situación en que se decidía el nuevo Gobierno provocó la repulsa de las fuerzas derechistas.

   Quedó compuesto el nuevo Gobierno y el 9 de octubre se decretaba la disolución de las Cortes y la convocatoria de elecciones generales, previstas para el día 19 de Noviembre próximo, y una segunda vuelta a celebrar el 3 de Diciembre.



LA CAMPAÑA ELECTORAL

   Disueltas las Cortes y nada más iniciarse la campaña, se producen los primeros e importantes movimientos. El jefe de la CEDA, José María Gil-Robles, considera imprescindible una unión de fuerzas de derecha y así lo propone en el Consejo Nacional del partido el 9 de octubre. Creía firmemente que, a pesar de tratar de mantener su independencia, «en los instantes críticos que se avecinaban era preciso evitar cualquier escisión ante el enemigo común». Y de esa manera, el Consejo acordaba «aceptar la intervención de la minoría agraria en la labor de coordinación de las fuerzas de derecha». La CEDA, primera fuerza de derechas del país, creía conveniente esa asociación y se declaraba «dispuesta a una estrecha inteligencia con todas las demás ramas de las derechas y los grupos antirrevolucionarios para formar un amplio frente antimarxista». La definitiva unión de derechas se concretaría el 14 de octubre mediante la aprobación de unas bases que integraban la representación de la CEDA, Renovación Española, los Tradicionalistas y los Agrarios.

Miguel Maura, en el Cine de la Ópera, de Madrid
   El cine de la Ópera era el escenario en el que se celebraba el acto organizado por el partido Republicano Conservador y en el que Miguel Maura iniciaba la campaña. Ya de inicio avisaba que no pretendía hacer un acto de campaña sino una reflexión propia de la situación en que España había quedado tras los dos primeros años de gobierno republicano, y que como español creía que «La República será el 19 de noviembre lo que España quiera. Pues eso es, principalmente, el motivo de mi alarma; esa es la razón por la cual yo abandono hoy todo lo que representa espíritu de partido o tendencia de partido, para hablar sólo como español. Y yo tengo que decir que, siendo eso así, por el camino que vamos todos, todos sin distinción, las derechas y las izquierdas, España va camino del desastre». Maura ve en la unión de derechas «una amalgama cuya sola contemplación da pavor».

Candidatos socialistas por Madrid
Mítin de campaña de Indalecio Prieto
   En un intento de contrarrestar la nueva fuerza de derechas, durante la celebración de la Asamblea de Acción Republicana se iniciaron contactos para tratar de organizar un gran partido de izquierdas en el que se integraran socialistas, radicales-socialistas, la ORGA, Federales y Esquerra de Catalunya. Prescindiendo de la posibilidad de esa alianza, a la salida de la asamblea Manuel Azaña realiza unas declaraciones en las que quiere dejar claro que su máxima pretensión es que sea la República la vencedora: «Tened presente que de las próximas elecciones el Parlamento que resulte puede ser conservador o de izquierdas. En vuestras manos está. Sois los más, los más conscientes, los que tenéis el deber en esta hora solemne de consolidar la República. Cuando veo algunos peligros pienso en la juventud que habrá recogido una República pura de toda mancha. Estáis obligados a luchar y a vencer. Llamemos a los republicanos, estén donde estén, de izquierda o no. Lo espero por la República y por España».

   Finalmente, la alianza no se llevó a cabo y los socialistas resolvieron presentar candidatura en solitario a las urnas.

   El resultado de las elecciones no dejó lugar a dudas. Con todos los condicionantes que hemos ido comentando, unido a la influencia que para algunos tuvo el voto femenino, el Partido Socialista cosechó un rotundo fracaso, obteniendo tan solo la mitad de los escaños que obtuvieron en 1931.



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