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El Palacete de la Moncloa, en una toma anterior a su definitiva reforma inaugurada en 1929 |
Al norte del arroyo de Cantarranas y
siguiendo el camino del Pardo, a mediados del siglo XVII el marqués del Carpio
y de Eliche mandaba construir en lo alto de la huerta denominada “de Sora”, por
ser propiedad anterior de Juan de Croy, conde de Sora, un edificio que sería
conocido como “Palacio” “Palacete de Eliche” o también “Casa Pintada”. Tras pasar la propiedad por diversas manos,
en 1781 lo compraba María Ana de Silva y Sarmiento, duquesa de Arcos, que en
unión de su hermano, Pedro de Silva, acometería una primera reforma del
Palacio, inspirada en el clasicismo francés y decorada con motivos copiados de
Pompeya y Herculano. Heredada por su hija, la duquesa de Alba, prosiguieron los
trabajos de reforma del edificio y ampliándose la actuación en el
embellecimiento de los jardines exteriores. En 1802 pasaría a propiedad de la
Corona, por lo que a partir de entonces pasaría a ser conocido el palacete como
“de Alba”, “de la Florida”, o “de la Moncloa”.
La guerra de la Independencia y el
semi-abandono obligaron a nuevas reformas, tanto del edificio como de
decoración, acometidas a partir del año 1816. Abandono que se repetiría en la
segunda mitad del siglo XIX y primeros años del XX, hasta que, en 1918, el
ministro de Fomento encargó a la Sociedad Española de Amigos del Arte su
restauración y amueblamiento, celebrándose la inauguración definitiva el 20 de
junio de 1929. A pocos días antes de esa inauguración corresponden la serie de fotografías que se pueden apreciar a continuación, que es el estado en el que se encontraría el Palacete durante los años de la República hasta llegar al inicio de la guerra en julio de 1936:
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Verja de acceso al Palacete y fachada principal |
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Vestíbulo de entrada |
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