Partido de inauguración del estadio de Atocha el 5 de octubre de 1913 entre la Real Sociedad y el Athletic de Bilbao |
Seguramente los amigos que siguen en nuestro
blog las andanzas de Federico Angulo recordarán a Manuel Andrés Casaus
–gobernador civil de varias provincias, Director General de Seguridad, etc-,
sobre el que hace un tiempo hicimos una entrada relativa a su asesinato en
1934. Y recordarán, asimismo, que la amistad entre Andrés y Angulo venía de
largo, en un primer momento como compañeros de trabajo cuando Federico entró en
la redacción del diario de San Sebastián “La
Prensa” en 1924, cuya dirección ostentaba Manuel Andrés, y ya más adelante,
en tiempos de la República, cuando tras los años pasados en Vigo, Angulo volvía
al diario donostiarra y el compañerismo dejó paso a una sincera amistad.
Manuel Andrés Casaus |
Pero ahora queremos ir un poco más allá,
aunque sea reconociendo que no deja de ser meramente anecdótico lo que vamos a
contar. ¿Cuándo tuvo Angulo la primera noticia sobre un periodista llamado
Manuel Andrés? No sabemos si la primera vez que se vieron en persona en la
redacción de “La Prensa” recordarían
que 10 años antes, en 1914, Angulo supo de su existencia al leer una crónica
suya, y que hizo referencia a Manuel Andrés y a su primera “experiencia”
deportiva en uno de sus artículos, que trataba sobre un partido del por
entonces curioso deporte llamado foot-ball.
Actualmente ya desaparecido, el estadio de
fútbol de Atocha de San Sebastián fue inaugurado el 5 de octubre de 1913 con un
partido entre la Real Sociedad y el Athletic de Bilbao, siendo el resultado final
de empate a 3. Y sería en ese mismo estadio donde, tres meses después, se
celebrara un partido eliminatorio del Campeonato de la región Norte entre la
Real Sociedad y el Racing de Irún. El domingo 18 de enero de 1914, entre los
aficionados de ambos equipos que asistían al encuentro “el entusiasmo que reinaba era indescriptible, los ánimos estaban muy
excitados” cuando a las tres y media comenzaba el partido. Bajo la
dirección del árbitro Mario Arana, formaron por la Real Sociedad: Eizaguirre,
Arrate, Alfonso Sena, Leturia, Sidler, Echart, Zabala, González, Gregorio Sena,
Barrena y Elósegui. Y por el Racing de Irún: Aguinaga, Carrasco, Arocena,
Boada, Eizaguirre, Lasalde, Solís, Moleres, Patricio, Acosta y Retegui.
Imagen del partido disputado entre la Real Sociedad y el Racing de Irún el 18 de enero de 1914 |
A los dos minutos de partido marcaba Zabala
el primer gol para la Real y a los doce Moleres hacía el empate. Fue a partir
de este momento cuando el juego sucio comenzó a aparecer, principalmente a
cargo del delantero irunés Patricio. El cronista de “El Correo del Norte” reconoce que éste es “un gran delantero centro” pero que “Patricio Arabolaza abusa muchísimo de sus codos” y que “los iruneses desarrollan por regla general
un juego duro, que a la menor excitación de sus jugadores, degenera en juego
bruto”. El segundo gol realista marcado por Barrena no hizo sino aumentar
lo caldeado que ya estaba el partido cuando Patricio, en un centro desde la
banda, propinaba un codazo en el pecho del portero Eizaguirre, provocándole una
contusión que desató las protestas de los aficionados locales. Minutos después,
en un balón dividido, Eizaguirre recibía una patada en la cara a cargo de
Acosta, hecho por el que tuvo que abandonar el campo al comenzar a sangrar
abundantemente. Al tener que actuar entonces de portero uno de los jugadores de
campo, el Racing impuso su superioridad y se llegaba al descanso con un
resultado de 2 a 4.
Manuel Andrés Casaus, navarro de Elizondo y por aquel entonces en Aragón, era redactor del diario de Zaragoza “La Crónica” (aparecido en octubre de 1912, dejó de publicarse en 1920) y vivió su bautismo futbolero aquel día. La pésima impresión recibida de lo que había visto en San Sebastián la dejó por escrito en las páginas del diario en el que trabajaba. A ese artículo, Federico Angulo haría mención en su colaboración como corresponsal desde San Sebastián para el diario “Heraldo de Madrid” el 31 de enero de 1914:
Un periodista zaragozano, Manuel Andrés, ha
visto un partido de foot-ball. Lo ha visto y lo ha comentado. Fue un partido
que despertaba grandes apasionamientos. Jugaban dos equipos de dos pueblos
hermanos: el Racing de Irún, y la Real Sociedad donostiarra.
Fue un partido enconado, violento. Ambos
equipos se atacaron sañudamente. Un “equipier” donostiarra, el guardameta,
resultó herido. Otro, irunés, llevó en la frente un estigma de lucha. El
público donostiarra e irunés, antes que terminase el partido invadió el campo,
impidiendo que aquél prosiguiera.
Manuel Andrés ha hablado en un periódico de
Zaragoza, La Crónica, de este singular partido. Téngase en cuenta que Andrés no
había presenciado partido alguno antes de este. Sus comentarios son, por tanto,
fríos, imparciales, serenos. Tienen la serenidad del hombre que desconoce
demasiado una cosa para amarla ó aborrecerla. Por eso merece que se le
considere.
Andrés dice en su crónica que aquel encono,
aquella violencia, le produjo un efecto deplorable. No pudo ver arte donde sólo
existían encuentros violentísimos y golpes rudos. Encuentros y golpes, no sólo
entre los jugadores, sino también entre el público.
El periodista aragonés fue al campo ávido de
sensaciones nuevas que le produjera el deporte desconocido. Y, en verdad, fue
una sensación de repugnancia la que sacó del campo.
Esto, aparte otras cosas, nos dice Andrés en
su artículo. Ciertamente, el partido que le cupo en suerte presenciar fue un
espectáculo lamentable. Tan lamentable, que debe ser motivo de sonrojo para
quienes tomaron parte activa en él.
Pero más lamentable aún resultan las
consecuencias. Porque, aun cuando ello parezca inverosímil, la animosidad que
existe en el campo, durante el partido, trasciende a la vida de los pueblos. La
pasión foot-ballística ha invadido todos los terrenos. Una cosa que debiera ser
motivo de grata, de sana expansión, es causa de graves disgustos y hondos
quebrantos en la vida de dos ciudades hermanas, de la misma raza.
San Sebastián e Irún, mientras el juego del
fútbol perdure, estarán distanciados. El juego de unos cuantos muchachos es la
causa de ello. Y esto, que resulta demasiado pueril, es el hondo, el profundo
problema que nos preocupa á toda hora.
Por eso Manuel Andrés se lamenta de que se
desvirtúe el juego y se le lleve por derroteros equivocados. Manuel Andrés,
espectador de un día de este deporte que ya resulta antipático, ha visto lo que
en tanto tiempo no ha acertado á ver aquí nadie.
Poco tiempo después de las fechas a las que
nos referimos de ese año de 1914, Manuel Andrés abandonaba Zaragoza para
instalarse ya definitivamente en San Sebastián ese mismo año. Diez años después
comenzarían su relación laboral de forma un poco fugaz, y veinte después de
aquel partido de fútbol, ya fue más duradera y se haría tan estrecha como para llegar a actuar
conjuntamente en la preparación del levantamiento de octubre de 1934 en San
Sebastián y Guipúzcoa, hechos a los que no pudo llegar Manuel Andrés, que sería
asesinado un mes antes.
Cabecera del diario "La Crónica", de Zaragoza |
Y sobre la relación de Angulo con el fútbol,
creemos que no sería muy positiva su opinión en esos años sobre ese nuevo
deporte que comenzaba a desatar pasiones. Tardó diez años (diciembre de 1924) en
volver a referirse a él en un artículo, y no precisamente en el plano deportivo,
si no en relación a la prensa deportiva y su influencia en la gente interesada:
“Encalmado el
ambiente político, adormecido, ha venido otra pasión a hacer vibrar el aire con
los restallidos de nuevas polémicas: ha venido el fútbol con sus partidos de
campeonato. Ya nada importa que no esté relacionado con el fútbol; es el tema
único de todas las conversaciones, la idea fija de todos los pensamientos”, para referirse después, al verdadero
objeto de su artículo, que no deja de ser una crítica a la difusión que dan los
periódicos al fútbol, cuyas “reseñas de
los partidos, los comentarios, las polémicas innumerables y ardorosas llenan
planas y planas a diario, y, a veces, los periódicos casi enteros… Tiene esto
una simple explicación: que el número de lectores deportistas es enorme, cada
día mayor; su crecimiento está en relación directa con lo que pudiéramos llamar
capacidad deportiva de la Prensa. Antes de que se desatara esa desmedida pasión
por el fútbol la gente, el denominador común, no leía. Esta es una verdad, muy
dolorosa si se quiere, pero que para demostrarla bastaría hojear brevemente la
estadística del crecimiento de la Prensa hispana. Al fútbol, principalmente,
hay que agradecerle dos beneficios inapreciables: ha reconciliado al pueblo con
el campo, con el aire libre, y le ha aficionado a leer… “A leer fútbol”, se me
podrá objetar. Es verdad, a leer solamente cosas de fútbol, respondo; pero a
leer al fin…”. Y finalizar su análisis “futbolístico” con un “Que lea la gente, que lea, aunque no sea
más que las páginas deportivas, que las crónicas de fútbol”.
Apasionado del fútbol, desde luego, no era,
pero aunque fuera desde otra vertiente de la periodística, ello no impidió que
en 1929 llegara a ostentar durante poco tiempo el cargo de vicepresidente del
Celta de Vigo!!!!
Nota. Angulo se refiere en su artículo al
diario zaragozano “La Crónica”. Desde
aquí queremos agradecer al personal de la Hemeroteca del Ayuntamiento de
Zaragoza que haya intentado localizar el artículo de Manuel Andrés. A pesar de no
ser tarea de los empleados, nos han ayudado a confirmar que no salió publicado
el artículo entre los días 19 y 26 de enero de 1914. Al remitir el suyo Angulo
desde San Sebastián como mucho el 30, nos quedarían pendientes de confirmar 3
días en el rotativo aragonés. Es de suponer que sería en esos días cuando
Manuel Andrés sacó a la luz sus vivencias futbolísticas donostiarras ya que
sería muy extraño que tuviéramos que pensar en un error al referirse a la
cabecera periodística de origen del artículo. Mala suerte no haber podido
redondear con esa información esta entrada.